Simulando Identidades

Por: Arif Togato

Monterrey, México.

 

   ¿Cuántas veces has sentido que eres tú mismo en realidad? ¿Cuántas veces has dejado de sentir que eres tú? ¿Realmente uno deja de ser uno mismo cuando siente que se deja de lado? Simulacros de Identidad fue la exposición artística que pretende abrirles los ojos a las personas ante un dilema tan común y a la vez tan único en cada caso.

En medio de cantos, brincos, fuego, claustro, rituales, algo de locura y mucha pasión, se expresó este desahogo existencial por medio del performance, expresiones netamente corporales adornadas de escenografías que fueron de lo sombrío a lo colorido, que sirvieron para darles un toque abstracto a las actuaciones.

 

Una chica, Alix, que viste unas pantys y una camisa de tirantes da salvajes pinceladas de un rojo vivo a un lienzo de madera. Minutos después se ve la intención de la mujer: una puerta colgando en horizontal, adornada con miembros de muñecas descuartizadas, manchada con sangre y con la silueta del Cerro de la Silla dibujada. La fémina se sienta de espaldas y se quita la camiseta, se mancha el cuerpo con la misma sangre artificial con la que adornó su escenografía y a capela empieza a vociferar canciones de injusticia, nos invita a los asistentes a acompañarla en la soledad de su habitación, como si su cuarto fuera La ciudad y todos fuéramos uno se siente su impotencia ante la calamidad que es su ciudad, un caos que nos invade hasta la intimidad.

El siguiente turno fue para Rita Cadillac II, un hombre que también se expresó con sangre, ésta vez el objetivo fue más universal. Comienza el ritual que en un principio pareciera no tener forma de lo que en realidad es.

 

Rita se pinta el cuerpo con brillantina dorada y un fino polvo color canela, repartir listones al público que después regresaría encajándolos en un corazón que trajo consigo el hombre de la misa. El siguiente paso fue derramar algo de sangre genuina, por lo que Rita tuvo que pedir que se le infligieran unas cortadas en los muslos y perforaciones en la espalda con ganchos esterilizados. A Rita se le coloca una corona de rosas luminosas de plástico y sigue con sus cánticos, muy parecidos a los cristianos, que alaban que no se le abandone, entonces el mensaje fue claro, el individuo nos invitó e involucró en su propia misa de sanación espiritual.


El acto más emotivo de la noche fue un monólogo hecho por Eduardo Sandoval. Su escenario constó de una frazada roja, sobre la que se hincó, y un espejito redondo con el que platicó durante su acto, en él se desahogó y depositó emociones que traía guardadas. En el espejo quedaron impregnados sus sus confesiones, sus motivos y sus inquietudes; para que al final lo tomara entre sus manos, lo envolviera en el paño rojo y lo rompiera golpeándolo contra el suelo, como quebrando sus resentimientos simbólicamente.

 

El cierre quedó en manos de Play ritual, cuatro jóvenes que interpretaron a seres de otro mundo, entre ellos Eleutheria, la libertad encarnada. El tema de éste performance giró en torno a la injusticia social y a la cultura humana de olvidarse de sus derechos por ganar algo de dinero. Su mensaje fue muy claro: si los dioses viniesen, nos someterían a un juicio final donde, aunque el planeta quedara intacto, tendrían que decidir entre sacrificar al mundo o a la inocente e iluminada Eleutheria.

 

Las actuaciones se llevaron a cabo en La Bodega, un local marcado con el #749, sobre la calle Francisco Xavier Mina, en el Barrio Antiguo. Es un lugar bastante acogedor, después de unos minutos de adaptación termostática, y bastante cómodo para crear una atmósfera lo más personal posible, lo que le dio un toque hipnótico al evento.

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